lunes, 13 de febrero de 2017

Miches (adelanto)


Por aquel entonces estaba sola, mis padres siempre trabajando, no tenía a nadie quien me cuidara, o ayudara. Mi hermano mayor vivió con sus abuelos hasta los diecisiete.
Cuando yo cumplí los once años mis padres me preguntaron que quería de regalo a lo que conteste “un gato”, ellos accedieron y espere durante horas mi regalo, entonces tocaron la puerta, era mi hermano, que para mis ojos un desconocido más. Sostenía una caja en sus manos yo la recibí, mientras le ofrecía algo para tomar sin abrir su presente, el solo me miraba con tristeza, y con una voz quebradiza me contesto “me encantaría tomar un té, pero más que nada me gustaría que abrieras el regalo, entenderás el porqué de mi llegada”. Algo temblorosa decidí abrirlo, y entendí. Nuevamente alguien que no volvería a ver, tome a mi pequeño gato y despertó mi llanto. Los perdí, perdí a mis padres, no temía a quedarme sola, porque ya lo estaba desde antes de que pasara, pero, nunca volvería a escuchar sus voces eso era lo que me dolía.
Axel mi hermano mientras fuera menor no podía aceptar mi custodia, dentro de poco me convertiría en una huérfana al igual que mi pequeño gato, no podía aceptar eso, aun no le había puesto nombre e iba a hacer huérfano, claro que no, me decidí a huir, pero primero debía deshacerme de él, si de Axel, así que me calme y muy decidida fui hasta la cocina, en la mesa estaban las pastillas para dormir de mamá, y mientras preparaba el té las mescle con los terrones de azúcar.
Solo era un momento para que el callera en un profundo sueño y poder escapar, mientras conversaba con Axel en la caja puse una manta para que mi pequeño no tuviera frio afuera. Entonces sucedió por fin se durmió después de veinte minutos hablando con este inútil, tome la caja con mi gato y puse unos dulces y me fui.
Lo único que se me paso por la cabeza fue, que no iba a dejar que mi pequeño sufriera tanto como yo. Cruce una avenida y me refugie en una casa del árbol que había allí. Comenzó a llover, odio la lluvia, bueno más bien los truenos,  para no tener miedo comencé a hablar con mi gato “Me llamo Doris Marx, ¿Cómo te llamas?” pero él era muy tímido y apenas me conocía no quiso hablarme, así que intente entenderlo con sus muecas y acciones, “No tienes nombre, ¿verdad?, yo te pondré uno” su carita era hermosa así que comencé a tirarle un par de nombres pero al decirle “Miches” el ronroneo, sé que no tenía que ver con el que allá comenzado a acariciarlo si no que realmente le gusto.
Muy feliz tire la manta en el piso de la casita y me acosté con él, con los ojos llorosos y antes de caer profundamente dormida le dije “yo seré tu mamá, nunca estarás solo”.

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2 comentarios

Tulis comentarios
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13 de febrero de 2017, 3:24 p.m.

OHHH,que tierno :( joo me encantan los animales, sobre todo los gatos y los perros y me produce mucha ternura tu historia, es muy bonita. Sigue escribiendo guapa. Un gran saludo.

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